Primož Roglič, uno de los protagonistas de esta temporada, es un ejemplo de resiliencia y reinvención constante. Cada vez que sufre una caída, regresa con más fuerza y determinación. Después de una dura caída que lo obligó a abandonar el Tour de Francia, Roglič se recuperó y llegó a la Vuelta a España con una misión clara. A pesar de no estar en su mejor forma física, su experiencia y estrategia le permitieron ganar su cuarto título en esta prestigiosa competencia, igualando el récord de Roberto Heras.
El esloveno se convierte así en el hombre-récord de la ronda española con cuatro títulos, a lo que suma un podio, en el tercer peldaño, el año pasado. Solo otro corredor tiene también el póquer, Roberto Heras, aunque en su caso con un asterisco. Heras fue descalificado de la Vuelta 2005 por un positivo con EPO, que le devolvió un juez español por un defecto de forma. Las sentencias hay que acatarlas, por supuesto, pero el borrón impide que Roglic y Heras sean comparables. Primoz se ha convertido, sin duda, en el hombre más importante de la historia de la carrera, que acompaña, además, con 15 triunfos de etapa, tres de ellos en esta edición.
Después de los dos paseos militares de Tadej Pogacar en el Giro de Italia y en el Tour de Francia, otro esloveno rompió el guion en la tercera grande de la temporada. Roglic ha ganado sin avallasar, incluso con algunos días de debilidad, como el sufrido en Hazallanas. Ha detectado los puntos flojos de O’Connor para hurgar en la herida, ha atacado en los momentos precisos, pero también ha tirado de calculadora o ha jugado a la defensiva cuando la ocasión lo requería, como pasó en el Picón Blanco. Primoz ha sido capaz de remontar un total de 5:15 minutos: los 4:51 que cedió en Yunquera, más una bonificación de 4 segundos de O’Connor en Granada, más una penalización de 20 en el Cuitu Negru. Ha sido el más fuerte, sí. Pero humano.